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domingo, 12 de diciembre de 2010

Si lo hiciera, jamás se cumpliría.

El chicle explotó, y mancho la cara y los labios de Sylvana de un tono rosa claro. Se lo intentó despegar como podía, tirando del chicle con sus dedos.

Doyle dio una calada a su cigarrillo Malboro y suspiró.

-Dentro de tres días cumplimos los veinte.-murmuro, perfilándose los labios con su lengua para volver a saborear el cigarrillo.

-Lo sé.-respondió Sylvana volviendo a masticar el chicle.

-Y tendremos tarta, y velas y creo que mama quería comprar unos gorritos de colores.-continuó, dando vueltas al cigarrillo entre sus dedos.

-Ya, lo sé.

-¿Y qué vas a pedir?-preguntó entonces, rascándose el lateral de la nariz.

Sylvana miró a su compañero, desde su chaqueta de cuero, su camiseta de AC/DC, hasta sus ojos verdes y claros como los suyos y a su pelo castaño claro con las puntas salteadas. No era la típica persona que haría dichas preguntas.

-¿Qué quieres que pida?-preguntó.-Paz, prosperidad, y un novio nuevo. A Jesse le han toqueteado demasiado.

-¿Nada más?¿Solo eso?

-Si, Anthony, solo eso.

-¿Sabes? Yo voy a cambiar de deseo, necesito algo nuevo.-Sylvana volvió a hacer una pompa con el chicle rosa.-Cumplir veinte años conlleva sus riesgos.

-¿Riesgos?

Anthony asintió tirando el cigarrillo al suelo y pisándolo con sus botas militares.

-¿Te vas? ¿Y qué es de tu deseo?-preguntó Sylvana entornando los ojos.

-No puedo decírtelo. Si lo hiciera, Syl, jamás se cumpliría.

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